El romanticismo en el siglo XVIII fue más que una corriente filosófica y artística, fue todo un sistema de vida que sacudió la sociedad racionalista que en la época reinaba. Es una experiencia interesante, el caer en la cuenta de la magnitud de este acontecimiento y lo significativo para la persona como tal, rescatar los sentimientos, emociones, intuiciones que estaban relegados en una sociedad materialista e industrializada. Originó una nueva escala de valores, rescatando al individuo en particular.
Este paso por el romanticismo, estas pinceladas de arte y filosofía que damos en este blog, nos refrescan e ilustran la memoria histórica, para saber reconocer que mucho del bien que gozamos hoy, es fruto de un largo proceso de cambios a veces muy lentos, de vidas gastadas y entregadas a nobles causas en favor de la humanidad.
El mundo actual necesita fuerzas juveniles y entusiastas que lo renueven desde la experiencia profunda de la vida y del encuentro consigo mismo. Los jóvenes poseen la sensibilidad que rescató el romanticismo, con matices del siglo XXI, por supuesto, esa sensibilidad que los lanza a todas las formas del arte y les da la capacidad de hacerse protagonistas en los cambios estructurales que necesita la sociedad en todos sus niveles.
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